El cerdo de raza ibérica es un animal de piel oscura, pelo escaso, hocico afilado y patas finas y largas. Esta raza tiene la característica genética de poder almacenar grasa en su tejido muscular, que es la clave del inconfundible sabor y textura de los jamones ibéricos.
Los jamones ibéricos de la Dehesa de Extremadura se caracterizan por ser alargados y estilizados. Su pezuña es de color oscuro, y su carne va del rosa al rojo púrpura. Tiene una una textura poco fibrosa y su grasa es brillante, fluida y blanda al tacto.
La dehesa está formada por extensos bosques claros de encinas y alcornoques, donde también abundan las hierbas aromáticas como el tomillo y el romero. Este hábitat, del que el cerdo ibérico siempre ha formado parte, le proporciona una alimentación rica y equilibrada que resulta clave en la calidad organoléptica de su carne.
El alimento básico del cerdo ibérico es la bellota (fruto de encinas y alcornoques), complementado con la hierba de los pastos, las leguminosas silvestres y los frutos de las gramíneas. El consumo del cerdo varía en función de su peso, aunque se consideran de 6 a 10 kg por animal y día, además de unos 3 kg de hierba diaria. Así pues, dado que el ecosistema de la dehesa tiene una extensión acotada y que no hay más de 50 encinas por hectárea, la producción de cerdo ibérico se limita a algo más de un millón de cabezas.
El Consejo Regulador de la Denominación de Origen Dehesa de Extremadura realiza un estricto control en todo el proceso de producción. El Consejo se encarga de marcar e identificar los cerdos en el campo y vigilar su alimentación en régimen de montanera. Posteriormente hace el seguimiento del sacrificio de los animales identificando las piezas con un precinto indeleble numerado de tal manera que permite controlar el proceso de maduración de los jamones y paletas.
Otros controles que se realizan son el de la concentración salina en la salazón, los tiempos mínimos de permanencia en el secadero y los tiempos mínimos de permanencia en las bodegas de envejecimiento.
Finalizado este proceso, que nunca será menor de 20 meses para jamones y 12 meses para paletas, el propio Consejo Regulador procede a calificar y etiquetar los jamones y paletas antes de su salida hacia los consumidores.
Las etiquetas también pueden hacer referencia a las características genéticas del animal, distinguiéndose entre Cerdos Ibéricos Puros y Cerdos Cruzados (con al menos un 75% de sangre ibérica).
La elaboración de productos ibéricos está muy extendida en toda Extremadura, convirtiendo esta región en la primera productora nacional. Hay casi un millón de hectáreas de dehesa que son usadas por cerca de 1500 explotaciones ganaderas.
La incorporación de nuevas tecnologías y controles sanitarios ha elevado la calidad de los jamones, pero continúa siendo imprescindible la experiencia y saber hacer de los maestros jamoneros.